Mehdi Nafti, mentalidad CD Leganés

Conducir un Ferrari en mitad de un camino lodoso en plena montaña. Así ha arrancado Mehdi Nafti en el Levante UD. Evidentemente, lejos del potencial natural. Ni por juego ni por resultados se hace honor a lo que se cabía esperar. Siendo o no totalmente consciente del cargo que ha tomado, el franco-tunecino sigue instaurado en una mentalidad propia de su reciente pasado en el CD Leganés, en donde las exigencias y objetivos eran menores.

- Mehdi Nafti deja muchas dudas en su inicio como entrenador del Levante UD (@Adolfo Benetó | LUD) -

El mundo del fútbol tiene millones de entrenadores. Nadie es el más indicado para hacer correcciones tácticas ni forzar modificaciones a otro. Ni un servidor pondrá en duda el trabajo realizado por Nafti, porque lo hay y de forma intensiva, pero no aplicado debidamente, al margen de los resultados ya vistos. Tomar el banquillo tras una reconstrucción de proyecto deportivo, más tras un descenso, no es fácil de asumir. Pero el actual entrenador granota tampoco está sabiendo demostrar la valía que debería, sobre todo a nivel táctico, habiendo tenido tiempo desde el mes de julio. 

Contra el FC Andorra se sufrió la segunda derrota del curso liguero, con solo un 25% de victorias que avalan al Levante y estando a una distancia ya considerable de sus rivales directos, sin haberse enfrentado a ninguno de ellos. Las dudas se reproducen y donde se pone un parche surgen nuevas heridas o descosidos. A pesar de encajar también pocos goles, solo seis en ocho partidos (la mitad de ellos en la última cita), falta determinación en ataque y proposición de ideas más firmes en la construcción. Situaciones que se agravan en los encuentros a domicilio.

El coste actual de la plantilla del Levante UD es de algo más de 20 millones de euros, haciendo el club unos esfuerzos económicos pese a las numerosas perdidas del pasado curso. Son citas del mismo Quico Catalán en su última comparecencia. Además, se ha retenido a jugadores baluarte como Campaña, De Frutos y Pepelu. Un plus de cara a la obligación de ascender a Primera División, como objetivo final, por el que ahora prácticamente nadie apostaría con contundencia.

Los argumentos verídicos de que no será fácil, que la Segunda División es muy larga y una carrera de fondo, que hay duros rivales... se saben de memoria. Nadie reclama tampoco un ascenso meteórico como el de Muñiz, donde desde el día 1 se mostraron mimbres sólidos. Más allá de la autocrítica de Nafti, tanto en su discurso como en su aplicación un poco a cuentagotas durante las siguientes citas, la autoridad del Levante aún no se observa por ninguna parte. 

Los rivales son los que tendrían que mostrar un máximo "respeto", mientras existe ese "miedo instaurado" en los azulgranas para no dar dos golpes seguidos sobre la mesa. A veces ni durante 90 minutos. Es también el propio míster quien acusa "estar cuestionado desde su fichaje", pero si su perfil presentaba inexperiencia y muchos partían con el beneficio de la duda, él tampoco ha sabido quitarse esa losa o presión autoinstaurada para convencer con hechos a los más escépticos.

Hay eslabones sueltos en este bloque. Unos laterales que hacen agua atrás y delante ya que el esfuerzo no siempre es válido para todos los casos, como ocurrió en Primera. Una dupla de dos granotas de pura cepa como Iborra y Pepelu que juntos y sin Campaña todavía no hay química; debería haberla, pero el técnico ha de encajar y no dejar caer al azar las piezas del puzle, asignando unos roles concretos. La pólvora de los extremos fue sueño de una sola noche, cuando son tus efectivos más determinantes y numerosos. Y aún se espera la mejor pareja de baile para un Wesley Moraes cada día más desquiciado y que necesita de una brújula más precisa, mientras se batalla con todos los defensas y permanece más tiempo de espaldas a la portería que cara a ella.

Rompiendo una lanza a favor de Nafti, no es un entrenador egocéntrico. Salvo casos puntuales, no se casa con nadie, ni con sus propios ideales. Faltan menos excusas, sin temor a admitir cuando no se hacen las cosas correctamente, porque eso le haría mejor entrenador. Pero por encima de todo falta constancia. Una apuesta continuada cuando hay luz verde, tanto en un mismo partido como de una jornada para otra. Esas dudas que transmite el propio entrenador son el fiel reflejo de su equipo. En resumen, no hay que abusar de una improvisación tan constante, asentar las bases que sí funcionan y con las correcciones correspondientes ante las dudas y errores evidentes.

La Segunda será muy larga pero no es eterna, por lo que el tiempo apremia y además de forma urgente. Si su crédito todavía no se ha agotado, está al límite. En las manos del propio Nafti está no prolongar muchas jornadas más esta travesía de tanto bache o habrá que valorar si realmente es el protagonista más propicio para alcanzar el éxito. Si esto se logra, se pasará de una mentalidad Leganés a una mentalidad Levante, lo que corresponde.