Tres puntos que valen virtualmente un campeonato. Que confirman un liderato sempiterno y el gobierno despiadado de una categoría infernal para todos los equipos a excepción de uno: el Levante. Aquí, en la categoría de plata, queda claro no, clarísimo, quién manda. La gente disfrutó, sonrió junto a los suyos y empezó a proyectar en sus sueños un equipo de Primera con mayúsculas.
-Foto: @LevanteUD- |
Machín, por su parte, se mantuvo fiel a su filosofía. Un fútbol abierto y atractivo, con los laterales apostando por continuas incorporaciones que, pese a los deseos del míster, no fructificaron de las mejor de las maneras. Un triunfo en Valencia prácticamente le brindaba el billete a la élite al cuadro catalán.
Sin embargo, la propuesta visitante pronto se vio anulada por la excelente labor del centro del campo del Levante. Lerma y Róber se merendaron, literalmente, a sus rivales en franja ancha, mientras la presión del frente de ataque provocaba errores no forzados entre los albirrojos. En una de estas acciones, Morales anduvo avispado y puso por delante a los suyos. 'El Comandante' estuvo más fresco y dinámico que ninguna otra tarde de estos últimos tres meses.
El Girona no era capaz de frenar las transiciones de un Levante que, durante la primera mitad, se encontró muy cómodo sobre el rectángulo de juego pese a no contar con un guarismo notable de ocasiones en su haber. No obstante, la historia cambió tras la reanudación.
Los locales saltaron al césped algo menos enchufados, justo todo lo contrario que los pupilos de Machín. Los gerundenses gozaron de algunas claras ocasiones que no cristalizaron en el tanto de la igualada, además de reclamar alguna que otra acción polémica dentro del área de un siempre sobrio y seguro Raúl Fernández.
-Foto: Jorge Ramírez / Levante UD- |
Tenían los granotas ya casi asegurado su primer puesto, incluso la grada cantó el "campeones, campeones" e hizo la ola festejándolo, pero el partido terminó haciéndose "molto longo". Haciendo el juego de palabras, Longo sacó la caña de pescar para reducir diferencias y sellar así el definitivo dos a uno en el electrónico.
Quedan cuatro semanas para terminar de saborear un año mágico. Por favor, que nadie nos despierte de este bonito sueño...
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