Tras retomar la pista de dos jugadores que dejaron huella en sus años de estancia en la entidad durante la última década y media, como son Mustapha Riga y Paco Salillas, hoy llega el turno de uno de los componentes de esa plantilla diseñada sin criterio ni raciocinio alguno, y que supuso el fin de la era contemporánea más oscura y peligrosa de nuestra historia. Fue uno de los nombres que apareció en vuestras peticiones para ser incluido en la sección, y seguro que si pensáis en algún recuerdo dulce o agradable de su paso por el club, todos recordaréis ese sorprendente triplete logrado ante el Almería (entrenado por aquel entonces por Unai Emery, casualidades de la vida), que supuso además el primer triunfo de una temporada nefasta. Efectivamente, hablamos de Christian Riganò.
El delantero italiano, firmado en las postrimeras del mercado con un sueldo aberrante de más de un millón de euros, fue uno de los grandes fiascos (uno más) de la gestión de república bananera que gobernaba el Levante UD por aquel entonces, encabezada en la sombra por Pedro Villarroel.
El delantero italiano, firmado en las postrimeras del mercado con un sueldo aberrante de más de un millón de euros, fue uno de los grandes fiascos (uno más) de la gestión de república bananera que gobernaba el Levante UD por aquel entonces, encabezada en la sombra por Pedro Villarroel.
La historia de Riganò se ajustaba fielmente al patrón del progreso y la evolución de los delanteros en el país transalpino, donde destacan y explotan sus virtudes al máximo en edades tardías. No fue hasta el año 2000 cuando, con veintiséis años, el ariete nacido en Lipari firmó su primer contrato profesional con el Taranto. Fue una pieza clave en el ascenso del equipo a la Serie C1, y con sus goles, se convirtió en el máximo anotador de dicha categoría una temporada después. Su buen hacer y su gran envergadura, de gran utilidad en un fútbol como el italiano, le valió para firmar su pase a la Fiorentina, equipo que con el que logró dos ascensos consecutivos, hasta llegar a la serie A, y con el que destapó sobremanera todas sus virtudes, plasmadas en forma de registros espectaculares de cara a puerta. Con treinta años, llegaría su momento y su estreno en la máxima categoría del campeonato italiano.
Con dos cesiones consecutivas, al Empoli y Messina respectivamente, Riganò demostró estar más que capacitado para competir al máximo nivel. Si bien la primera de ellas no fue de gran provecho, la vuelta a su tierra natal (Messina) sí que ejerció como factor influyente en el buen hacer del delantero, quien con diecinueve tantos, se convirtió en el tercer máximo artillero de la categoría. Sus registros no pasaron inadvertidos para otros equipos, y fue entonces cuando el Levante, en agosto de 2007, llamó a sus puertas.
Con un contrato irreal para las arcas del club (1.200.000 euros por temporada), y encontrándose en un estado de forma cuanto menos cuestionable, Riganò aterrizó en Valencia, donde destacaría por su falta de gol y su vida extradeportiva. Sin embargo, nadie olvidará su tarde mágica, el cuatro de noviembre de 2007. Su primera parte ante el Almería, sellada con un hattrick que nunca escapará de la memoria de los aficionados allí presentes, supondría el primer triunfo de la temporada del equipo de, por aquel entonces, Gianni De Biasi. Su otro tanto, el cuarto en trece partidos con la camiseta azulgrana, fue ante el Athletic de Bilbao, también en el Ciutad de València.
En el mercado de invierno, al igual que muchos de los jugadores de la plantilla, aprovechó la situación negativa en términos de gestión y economía en que se había visto sumido el club, para marcharse cedido al Siena, donde en más de quince partidos, únicamente fue capaz de anotar un único gol. Quedando liberado de su contrato en el verano de 2008, Christian ficho por el Ternana, equipo de la Serie C1 de su país, con el que de nuevo marcaría unos paupérrimos registros que hacían ya presagiar el fin de la carrera del goleador. Sus últimos partidos, y su último gol como profesional, los viviría en las filas del Cremonese, entidad que abandonaría en el verano de 2009, quedando a la vista una imagen que podríamos asociar a todo excepto a un futbolista o atleta profesional. No obstante, ha disfrutado y disfruta de sus dos grandes pasiones: el fútbol, a nivel aficionado, y las mujeres.
“Vamos mete un gol, Christian Riganò”
Aquí se le puede ver en una entrevista del año pasado para una televisión:
Gran artículo, aunque solo un par de apuntes. Riganò es de Lipari y no de Lipali, y se retiró en la Cremonese, equipo con historia en la serie A, y no en la Cremonense.
ResponderEliminarGracias por los apuntes; lo acabamos de rectificar. Nos alegra que te gustara. Un abrazo
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