El pasado del sueño granota fue bonito

Hace exactamente un año, el levantinismo desde sus casas estaba pendiente de una noche histórica. Azotaban los últimos coletazos de la fase más dura de la pandemia y el Levante UD afrontaba la vuelta de las semifinales de Copa del Rey, con el Ciutat de Valencia totalmente vacío.

- Un año desde que el Levante UD acarició la final de Copa del Rey (@José Jordán | Getty Images) -

Lo que podía vislumbrarse como la segunda final disputada de una trayectoria centenaria dio paso a una cruda realidad. De un bonito sueño a unos quebraderos de cabeza constantes. La relajación, la falta de ambición, el "derecho" a permitir todo en lo deportivo... quien sabe qué. Lo cierto es que la nueva normalidad del Levante ha sido difícil de afrontar, pasando factura todavía.

Aquel equipo que era envidia de muchos, hoy es un club que nuevamente no ha sabido estabilizarse entre los mejores del fútbol español. Con una situación crítica, el Levante aún tiene en sus manos coger el último flotador a modo de salvavidas y evitar al menos que se ahonde en la herida económica, institucional y deportiva que conllevará una nueva reconstrucción a partir de mayo. Sin embargo, la dificultad del reto es extrema.

Han tenido que pasar 11 largos meses para que el decano de la Comunidad Valenciana vuelva a ser reconocible. Un tiempo donde únicamente ganó en liga al Eibar y en la presente temporada al Mallorca en Orriols, mismos éxitos que se igualaban con dos victorias frente a Atlético de Madrid y Elche en las últimas tres semanas. Se cobró las destituciones de Paco López y Javier Pereira. Y ahora con otro hombre de la casa, para nada aprendiz, como Alessio Lisci que sigue firme en conseguir el milagro.

El pasado del sueño granota fue bonito. A pesar de la desgracia, no es razón para renunciar a esas cotas mayores que se alcanzaron y que hay que aspirar a volver a repetir algún año. Porque únicamente los egos y el desapego de esos a los que llamábamos "héroes" hace 365 días nos han convertido en lo que somos. Con humildad, pero con un Levante del que sentirse nuevamente orgullosos y de primera división.


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