Adiós y hasta nunca, 2021

"Esto no es cómo empieza, sino cómo acaba", suele decir uno cuando tiene ganas de revancha o cree tener la sartén por el mango ante la adversidad. En la películas deriva hacia un final épico en el que todo sale rodado y los protagonistas descorchan el champán. En el Levante UD, la frase ha adquirido un significado de lo más cruel.

- Un año para olvidar y, por una cuestión de orgullo, no repetir jamás en el Levante (@Adolfo Benetó | Levante UD) -

Nadie podía imaginar hace unos meses que el 2021, ese en el que por momentos rozamos la gloria con la yema de los dedos, sería recordado como uno de los peores años de la historia del club valenciano ante el más incierto presente deportivo, económico y social. Tanto es así que las semifinales de Copa del Rey, un hito casi imposible de manchar y que perfectamente podría haber contrarrestado cualquier varapalo posterior, adoptan un papel secundario si hacemos balance general, que es de suspenso.

Enero concluyó con el equipo clasificado para cuartos de final de la competición copera y el machazo ante el Real Madrid en el Di Stéfano. Febrero nos dejó sin voz tras el gol de Roger al Villarreal en el 121', la ida de semis en San Mamés y el asalto sin precedentes al Wanda Metropolitano. En marzo, los palos de la portería de Gol Alboraya evitaron un autogol de Yeray y mandaron para dentro un tiro desviado de Berenguer, que acabó con el sueño pero ni mucho menos con la sonrisa de una afición más unida y satisfecha que nunca con sus jugadores. Semana y media después, una satisfactoria victoria en el derbi dejaba al vecino cinco puntos por debajo en la tabla.

Parece que el destino decidió aglutinar todas las alegrías del año en sus tres primeros meses. Porque al triunfo aislado en Ipurúa le siguieron ocho partidos de puro trámite, con la excusa de haber encarrilado la salvación, en los que el equipo renunció al carácter competitivo. Por un lado, ni dos estupendas noticias como el paulatino regreso del público a los estadios y el poder disfrutar en vivo de esa nueva cubierta anunciada a bombo y platillo evitaron que el levantinismo se marchase muy quemado a la vacaciones de verano. Por otro, aquella dejadez supuso el principio del fin.

Del gol de Pacha Espino o el palo de Cantero al penalti de Morales en Mallorca, de la destitución de un Paco López que hasta hacía bien poco parecía el Ferguson granota a la broma pesada de Javi Pereira, del "remar todos juntos" al sentimiento de puro terror en cada partido... y todas esas cosas que tanto nos duele recordar. Por el camino, chapuzas como la del dorsal de Mustafi, los servicios médicos o el 'caso Hernani' le iban metiendo surrealismo a semejante tragicomedia. Hasta la cubierta hizo aguas. La bola se fue haciendo más y más grande, se llevó por delante a todo el área deportiva y puso los focos sobre el palco por primera vez. Guedes y Soler simplemente se han encargado de ponerle la guinda al pastel.

- La desafección en la afición ha sido la mayor derrota del Levante este año (Alex Caparrós / Getty Images) -

El Levante, con infinidad de culpables señalados, cierra el 2021 como colista, a siete puntos de la permanencia y con una racha de 26 jornadas de liga consecutivas sin ganar. Suspenso de manual que se agrava desde un plano económico poco sorprendente si tenemos en cuenta que en el mercado veraniego ni Manolo Salvador, ni David Navarro ni nadie hicieron los deberes. Plantilla descompensada, una necesidad de venta de más de 16 millones de euros totalmente ignorada (por segundo año consecutivo) y dependencia absoluta con el fondo CVC para tan siquiera inscribir en La Liga a la mitad de tus futbolistas. Resultado final: 23'2 millones de euros en pérdidas, y tu patrimonio neto tiritando.

Pero la mayor derrota se ha dado con la afición. No encuentra a nadie que le represente ahí dentro más allá de un Alessio Lisci que, por motivos obvios, es el actor que menos retratado sale en toda esta historia. Están desilusionados al ver lo mismo semana tras semana. Gente a la que, en algunos casos, le ha dado tiempo vivir nueve meses de embarazo y traer un bebé al mundo antes que celebrar tres puntos de su equipo. Gente que ni siquiera tiene ganas de ir al campo, tal y como vimos en el último 'derbi de la vergüenza' donde el Ciutat se convirtió en un Mestalla 2.0.

Así que, sí, el balance es muy deficiente. Lo más triste es que una vez nos tomemos las uvas el dolor va a seguir ahí. Aún quedan 19 jornadas que pueden convertirse en un auténtico infierno de seguir por esta misma línea, y cuánto trabajo habría que hacer para que el levantinismo recupere de nuevo la alegría. El Levante pasó de hacer historia en el mejor de los sentidos a hacerlo en el peor de ellos, y donde antes se veían héroes, ahora se ve todo lo contrario. Adiós y hasta nunca, 2021.


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