Una fractura llamada Robert Sarver

A lo largo de la vida, hay personas que pasan y dejan su huella. Algunas lo hacen por un periodo concreto de tiempo, otras eternamente. Eso ha ocurrido recientemente en el seno del levantinismo. De la noche a la mañana, un americano acaparó todas las miradas. Mejor dicho, un empresario multimillonario llamado Robert Sarver.

Robert Sarver
Hasta mediados del pasado mes de junio, pocos conocían de su existencia. Propietario de los Phoenix Suns, equipo de la NBA, y con la intención de apostar por otro proyecto deportivo atractivo. Ese fue el Levante, quien su crecimiento en los últimos años a diferentes niveles, siendo considerado para muchos un ejemplo, no pasó desapercibido. Con pies de plomo pero sin ocultar esta realidad, a pesar de reiterarse de que el club valenciano no tenía necesidad de venta, se estudió la propuesta seria y ambiciosa que podría permitir seguir haciéndose un hueco importante en la competición española.

Una oferta no solo económica que eliminaría la deuda actual del club, sino también con un avance en la calidad de la plantilla y las mejoras de las instalaciones. A la vista de todos, muy interesante y que al menos por unos momentos a cualquiera hizo desear sueños inimaginables hasta hace bien poco. Por otra parte, los miedos del pasado, que a veces no es oro todo lo que reluce aplicable al refrán "del dicho al hecho hay un trecho" u otras razones dominaban entre los más pesimistas.

Diferentes puntos de vistas y diferentes posicionamientos que en estas seis semanas han llevado al origen de hasta tres grupos entre los sectores levantinistas respecto hacia su posicionamiento con Robert Sarver: favorables, contrarios e indecisos. A pesar de ello, hasta el último momento los accionistas minoritarios no irían a tener ni voz ni voto en este asunto, tan solo los 33 patronos de los cuales algunos de ellos ni se presentaron en la decisiva reunión mostrando una vez más el casi nulo interés que les causa esta entidad más que centenaria.

Tras las diferentes juntas celebradas durante estos días de verano para dar a conocer al detalle con puntos y comas la propuesta del inversor americano y las respectivas jornadas de reflexión, la tensión ha ido en aumento. Una decisión de vital importancia y con mucha responsabilidad que estaría en manos de unos pocos y que se zanjó ayer 28 de julio. El 'NO' se alzaba como vencedor. Tras no alcanzar los 22 votos necesarios para seguir adelante con la junta general y los votos del resto de accionistas, se truncaba cualquier opción del 'Sarver granota'.

Humildad, familiaridad y respeto son algunos de los valores representativos que lleva inculcados cualquier seguidor del Levante, sin hacer distinciones en la antigüedad de su carnet de socio o sentimiento. Sin embargo y sin querer llevar generalizaciones que acarreen injusticias, hay quienes han quedado en entredicho.

Los contrarios a la venta celebraban que esta no hubiera fraguado y Sarver no cruzara el charco que separa América de Europa para quedarse definitivamente y así seguir disfrutando de un 'Levante del sentimiento' y sin riesgos. Los otros reflejando su malestar por cortar las alas a un sueño de poder volar alto y replicando hasta con desprecios a los responsables de las votaciones con su dimisión o al bando contrario. Hasta entre los propios patronos, tanto en los ausentes como entre los presentes, ha habido ciertas recriminaciones por las diferencias habidas. Sea como fuese, un debate falto de moderación.

Parece mentira que era apenas hace un par de meses atrás cuando ese lema de "La unión es la salvación" fue el que se alzó al unísono en este mismo club. Sí, ¿os suena? Ese que volvió a congregar a club, futbolistas y cada aficionado para ser todos uno y sacar las fuerzas necesarias para seguir compitiendo en la élite del fútbol español. Otro reto que parecía difícil de conseguir y que se superó por los aportes de dicha unión.

A escasas horas de comenzar el mes de agosto y al margen de resultados sobre la posible venta, ahora uno se lleva a reflexionar: ¿De verdad el rastro dejado por Robert Sarver ha sido beneficioso? Viendo lo visto, uno lo duda, habiendo generado una fractura que conllevará de mucho tiempo de reparar y que muy posiblemente en futuras temporadas ante cualquier adversidad deportiva/económica/institucional tienda a reproducirse.

Para más inri, cierto es que el transcurso de la pasada temporada, la planificación del nuevo proyecto deportivo y el mucho trabajo que aún queda por hacer está generando muchas dudas hacia las figuras de un Lucas Alcaraz cuyas decisiones no han terminado de convencer desde fuera y a un Quico Catalán y Manolo Salvador encargados de las nuevas incorporaciones e incluso con desembolso económico a diferencia de otros años. Dicho sea de paso y ante estas circunstancias, la afición sigue respondiendo y va camino de igualar el número de socios que marcó el récord histórico.

Foto: Levante UD
El propio máximo mandatario en la rueda de prensa post-reunión mencionaba: "Hemos demostrado que se puede hacer un buen proyecto sin billetes y que no era momento del cambio. El Patronato ha decidido y no hay vencedores ni vencidos, aquí hay levantinistas que han decidido con responsabilidad". Estemos más o menos de acuerdo con dicha afirmación y la decisión final establecida ante no vender, lo cierto es que cada uno está en su derecho de hacer valoraciones y exigir explicaciones a dichos responsables, pero sin llegar a unas faltas de respeto y descalificaciones personales que nadie merece.

No seré yo quien defienda o no a Quico Catalán como la cabeza más visible en estos acontecimientos recientes. Es un hecho que la perfección en sí no existe, que la persona o mandatario de diez es imposible y que a lo largo de su mandato desde que en 2008 tomara las riendas ha dejado tanto luces como sombras, a valorar por cada uno. Ahora bien, ese mismo Quico Catalán es quien con la ayuda de otras personas responsables y preocupadas por el Levante lograron salvar los muchos años de historia de esta entidad, llegar al punto en el que estamos ahora e incluso, y sin necesidad de tantos billetes, competir entre los mejores de Europa a base de un trabajo (quizás) mejor hecho que en la actualidad.

Para poner la guinda a estas líneas, sí soy de los que piensa y en contra de lo declarado por el presidente que un cambio es necesario. Al menos desde el punto de vista de la distribución e importancia a la hora de tomar decisiones y hacer más partícipe a la afición, al fin y a la postre la que en parte sostiene y que sin ella no sería posible el propio Levante. Una democratización del club pasa como imprescindible, tal y como sostienen y han defendido públicamente personas como Gabriel Salinas u otros. Y no hay mejor momento que ahora. Si alguien debe representar al aficionado del Levante y tuviera que actuar como si de él propio se tratase, que fuera porque él mismo lo ha elegido. Así, ante posibles acontecimientos como el de Sarver y aunque seguro nuevas llamas se encenderían, fracturas internas y externas tan importantes podrían evitarse.


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