El otro día, casi por accidente, me topé con
una excelente cita del filósofo Albert Camus que decía: El éxito es fácil
de obtener, lo difícil es merecerlo. Quizá
aguarde una razón oculta sustancial a efectos metafísicos (brillante, por
supuesto), pero probablemente se encamine de manera equívoca en el mar de lo
terrenal, en un mundo de inversión e intereses que postulan un devenir algo más
complejo y desazonado.
Celebración tras conseguir la clasificación para la Europa League |
El fútbol es tan simple como complejo, tan
real como fantástico. Disfruta de un amor inequívoco, de un sentimiento severo
que ahonda en los corazones de todos y cada uno de los aficionados, de todo
aquél que es capaz de vislumbrar algo más allá de lo que representa ese retal
de cuero lamiendo el verde con suavidad.
Creo que todos pensamos que nuestra afición
es la mejor, la que más se vuelca con sus jugadores, la más pasional, aquella
que más siente. Quizá nos equivoquemos, tal vez no. Lo que nadie pone en duda
es que el Levante, durante estos últimos años, ha sido un fiel ejemplo de entidad
en crecimiento. Y que todos los éxitos, merecidos y costosos, se han basado en
recuperar una masa social que ha despertado de un largo letargo de pesadillas,
que ha superado una fase de insomnio crónico y que disfruta a día de hoy de un
verdadero sueño.
El compromiso, extendido desde el vestuario
(con una plantilla ejemplar) hasta el rincón más recóndito del graderío del templo
de Orriols, ha cimentado un proyecto sólido, plausible y que a día de hoy sirve
como modelo para quienes tratan de esquivar con más o menos acierto las entrañas
de un infierno deportivo, económico y social.
Y este año, en concreto, jamás será borrado
de la mente de cada uno de los levantinistas, que desde aquí o desde lo más
alto del cielo y lo más profundo de sus corazones, han enviado todas sus
fuerzas y mostrado todo su cariño hacia unos colores que impregnan un cáliz
distinto, una sensación diferente. La consagración del sueño europeo, el
compromiso de los más veteranos, la eclosión de los más jóvenes y un devenir
más que prometedor.
El mejor año de una historia centenaria, que esperemos
preceda a otro mejor si cabe. Porque Levante, contigo todo es posible.
Muy buen año el del Levante, a ver si lo igualais en el 2013.
ResponderEliminarUn saludo.