Hay silencios que llegan al alma. Momentos en los que solo estás tú, tu entorno y la nada, en una evasión difícil de encontrar y a la que intentar darle sentido. Anoche el estadio Ciutat de Valencia fue testigo de unos silencios desgarradores, en los que la afición del Levante UD se sintió herida como pocas veces se recuerda.
- El estadio Ciutat de Valencia, tras el ascenso del Deportivo Alavés (@Eric Martín | Mundo Levante UD) - |
15 segundos dan para mucho. Todo puede dar un vuelco de 180 grados en que sales perdiendo. Pasar del escenario de una invasión por ascenso y posterior fiesta en la fuente Cuatro Estaciones al de agachar y ocultar la cabeza entre las rodillas con el rostro húmedo. No eran lágrimas de vergüenza; eran de una sensación amarga y de desolación por ver cuan cruel puede ser un deporte que tantos aman llamado fútbol.
- Vicente Iborra con sus hijos (@Adolfo Benetó | Levante UD) - |
Un Ciutat de Valencia vacío tras el partido más largo de nuestras vidas fue el refugio de muchos. Encajados en su butaca habitual, decenas de aficionados granotas permanecieron en shock y sin capacidad de reacción durante más de media hora tras el pitido final. Ese silencio tan solo roto por los cánticos de fondo de la hinchada del Deportivo Alavés que celebraba el ascenso y del guardia de seguridad que avisaba que era preciso desalojar, ya que había que cerrar la casa de los levantinistas.
No hubo fuerzas para mostrar el incondicional apoyo al equipo. Tampoco para protestas contra los responsables del club y de esta situación, habrá momento para ello. Tan solo tiempo para volver a casa, en mitad de una oscura y triste noche, para ser víctimas de un intenso insomnio. Así, rotos por dentro, se bajó el telón a la temporada 2022-23. Reinó el silencio más desgarrador.
Comentarios
Publicar un comentario