El margen entre la historia y el recuerdo

Desde hace semanas deseaba que llegase el 22 de mayo. No porque se fuese a armar la mundial, pues hay quienes seguimos estudiando y si realmente tuviera la oportunidad de dar un salto temporal me plantaría en mediados de junio con un ginebra-limón en la mano, os lo aseguro. El 22, tras la visita del Cádiz CF, se cerraba oficialmente un periplo que ya no tenía nada que ofrecernos. Al menos así podríamos quitarnos la mosca detrás de la oreja y ale, cada uno a lo suyo.

- De lo peor a lo mejor y de lo mejor a lo peor en cuestión de meses (Levante UD) -

Es realmente complicado hacer balance de la temporada del Levante UD. Balance general, me refiero, porque si hay que valorar los últimos partidos mejor ni escribo. Mi aportación no distaría en exceso de las quejas y clamos al cielo de cientos de levantinistas marcados por un denominador común tan grave como lo es la desilusión. En algunos casos, indiferencia. Y esta palabra es cuanto menos sangrante si hablamos de fútbol. Indiferencia, ¿eh? Si es que suena terrible. El gran fracaso del 2020/21 granota es ese, más cuando los objetivos se han cumplido (uno incluso superado con creces) y escasos meses atrás todo eran sonrisas y felicitaciones.

El gol de Roger en el ultimísimo suspiro ante el Villarreal, el sueño de La Cartuja, el Melerazo en San Mamés y los 111 minutos de la vuelta en el Ciutat dieron forma a treinta y un días de puro nervio. Y un servidor, que tuvo la suerte de vivirlos dentro del 'temple del sentiment', se marchó a casa la noche de la eliminación copera convencido de que el equipo iba camino de dar, por fin, un paso al frente definitivo. Para muchos automáticamente pasó a ser uno de los mejores años en la historia del club.

De hecho, las alegrías que han brindado los de Orriols a su gente han sido bastantes, quitando el paupérrimo arranque liguero (el segundo peor de su historia en Primera) y aunque ahora recordarlas sea un reto. A lo de la Copa se suman los mazazos ante los grandes. Madrid, Atlético y Barça. Los tres. También ganar un derbi cinco campañas después, por no hablar de la cantidad de jornadas pegado a la séptima plaza. Cómo de mal se habrán hecho las cosas posteriormente para que el veredicto popularizado sea el de aprobado raspadito.

Ahí está el resultado de tomarte las vacaciones anticipadas, con semejante descaro. Parece mentira que los mismos hombres que cayeron como gladiadores en la prórroga de unas semifinales dijeran adiós a la temporada tras la cita ante el Valencia, quizás a sabiendas de que allí también habrían focos apuntando. Unos por desmotivación, otros pensando ya en hacer las maletas, y el entrenador, con sus virtudes y sus defectos, ni supo levantarlos ni tan siquiera se percató del problema. Las excepciones que no entran en esos dos grupos son, en su mayoría, los que se salvan de la quema si repartiésemos encuestas para ver a qué futbolistas habría que darles puerta en verano.

Me preocupa que a nadie parezca haberle importado perder posiciones en la tabla a ritmo de vértigo (cinco en las ocho jornadas finales) pese al impacto económico que ello conlleva. También me preocupa cómo han menospreciado el poder quedar por delante del vecino. Que ojo, abro un melón delicado: a mí personalmente no me quita el sueño. Pero si el debate ha estado tanto tiempo sobre la mesa es porque la oportunidad era real, y quienes debían sacar la garra para lograrlo eran los que jugaban, por lo menos para representar a quienes estaban ansiosos por lograrlo.

Pero principalmente me preocupa, ligado a estos dos fracasos anteriores, que el mensaje en plena crisis de resultados fuese "habrá que pensar si de verdad el equipo tiene nivel para alcanzar esos retos que mucha gente reclama", palabras textuales de Paco López. Es un conformismo que puede sentar un precedente muy peligroso. Si ahora el Levante se planta en la 30ª jornada del curso que viene once puntos por encima del descenso y a cuatro de Europa, ¿qué hace el aficionado? ¿Se viene arriba? ¿Pone techo a su ilusión, temeroso por si "los tíos estos" bajan de nuevo los brazos al estar virtualmente salvados?

La historia y el recuerdo son dos conceptos que suelen ir de la mano. La temporada 20/21 será histórica por definición, por meterte entre los cuatro mejores de la Copa del Rey por segunda vez y 90 años después de la anterior. Sin embargo quién sabe de qué forma será recordada, y lo que debió ser la hostia ha terminado siendo un hostión a mano abierta. Menos mal que el público (aunque fuesen 4000 y pico los afortunados) pudo sentirse cerca del equipo justo antes de cerrar el chiringuito, porque si no el desapego sería máximo y todavía más prolongado. A coger fuerzas estos próximos tres meses, que va a hacer falta.


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