Emmanuel Boateng: La sonrisa del verdugo

Con esa sonrisa pícara que delata a los asesinos del balompié y que tanto hace temer a los guardametas y zagueros rivales, Emmanuel Boateng aterriza en Valencia tras una negociación intensa y velada que llevó al Levante a un esfuerzo notable en lo económico y superlativo en lo emocional para convencer a un futbolista por el que suspiraba desde Nantes el venerado y laureado Claudio Ranieri. Una pieza versátil y diferente para el frente de ataque que promete cumplir con las ilusionantes expectativas vertidas en su figura por parte de la secretaría técnica.

-Boateng celebra un tanto con el Moreirense-
Nacido en Accra en mayo de 1996, Boateng dio sus primeros pasos como futbolista en las calles de la capital de la Costa del Oro. Sus buenas dotes futbolísticas no pasaron desapercibidas en una ciudad que, durante la década de los noventa, crecía tecnológicamente a pasos agigantados con motivo de la continua explotación e inversión extranjera, a la par que se generaba, desafortunadamente, una brecha socioeconómica que hoy día mantiene la sobrepoblada urbe ghanesa. 

En medio de todo este proceso de cambio y fruto de la consciencia poblacional, cultural y social del país, el Charity Stars FC fue fundado en 1992 por el reverendo Abraham Owusu Amoah con distintos objetivos. Registrado en Reino Unido como agencia caritativa, su principal meta era la de estrechar esas diferencias estamentales y permitir la inserción de las personas más desfavorecidas utilizando el deporte, en este caso el fútbol, como vía principal. No se trataba de descubrir talentos y de exportar grandes nombres, sino de simplemente salvar las vidas de niños huérfanos o en situación de grave exclusión social. Emmanuel era uno de estos jóvenes. 

-Boateng (rojo) junto a amigos de Charity Stars-
Tras varios años enrolado en las filas del Charity Stars, el Río Ave portugués decidió apostar de pleno por este joven talento y le incorporó a su proyecto con tan solo 17 años de edad. Debutó con el primer equipo verdiblanco en un partido de Supercopa frente al Benfica y la temporada de su estreno con la escuadra lusa disputó trece encuentros en los que únicamente consiguió anotar una diana. 

Su rol en el combinado portuario no fue decisivo y sus actuaciones denotaban ese punto de inmadurez y falta de adaptación que, no obstante, dejaban entrever un potencial más que extraordinario. Así lo entendieron los emisarios y representantes del Moreirense, club que abordó con entusiasmo su contratación. La entidad de Minho desembolsó una suma próxima al millón de euros por sus servicios y, tras dos temporadas como arlequinado, el balance se puede calificar de más que satisfactorio. En aproximadamente medio centenar de envites, Boateng rubricó nueve tantos y se convirtió en la gran referencia ofensiva de los suyos. Además, compartió vestuario durante una temporada con un viejo conocido de la afición levantinista como Rafa Martins.

-Diego Ivo celebra un gol con Boateng (frente)-
Las referencias del brasileño, a buen seguro, han sido determinantes para el aterrizaje de Emmanuel en Orriols. De menuda estatura pero con una complexión atlética asombrosa, Boateng se presenta como un ariete rápido, incisivo y desequilibrante. Un perfil diferente de atacante que recupera la esencia de algunas apuestas del pasado y que, pese a tener que mejorar en aspectos como la definición, el posicionamiento o la asociación, domina registros primordiales como el ataque de los espacios, los movimientos entre centrales, las caídas a los costados o el juego aéreo. Y es que, pese a sus 175 cm de altura, Emmanuel es capaz de mediante su portentoso y llamativo salto pelear con los centrales más feroces en esta faceta del juego. Una apuesta de futuro, enfocada al presente, que a buen seguro hará las delicias de una hinchada deseosa de compartir esa pícara y endiablada sonrisa de todo buen verdugo del área. 

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