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horas. Se encendía la luz verde de uno de los tornos, por primera usando el pase con mi nombre. En el ambiente aún flotaba un leve olor a
pintura, el cual podía intuirse por las recientes remodelaciones del
estadio. Encarrilé el camino de las escaleras. De dos en dos, con ganas
de volver a ver la que ya consideraba como mi segunda casa. "¡Buah!
Precioso". Ante mis ojos se alzaba una auténtica maravilla. El Ciutat de
Valencia, con esos asientos nuevos y algo más cómodos, con esa rana
defendiendo el graderío de Gol Alboraya y con el nombre de nuestro
honroso club y su fundación, parecía estar más vivo que nunca.
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-Foto: Adrián García- |
Mis amigos Rubén y Natalia -que por
supuesto no iban a perderse este primer partido- y yo no dudamos en
plasmarlo con un selfie para el recuerdo. Nos dirigimos a nuestras
localidades. Minutos más tarde, un abuelo entraba con su nieta. Él
sobrepasaría los sesenta años, ella no tendría más de cinco. El speaker
daba la alineación del Levante.
-Yayo, ¿no juega Rossi?
-No, Irene. Rossi ya no está en el Levante.
-¡Joooo! ¿Y ahora quién hará los goles? - preguntaba a la vez que ponía una cara triste y cruzaba los brazos.
Nosotros escuchábamos de fondo, no pudiendo evitar una tímida risa.
Empezó el partido. Cinco minutos
tardó Roger en marcar el primer gol. Luego llegaría otro. Pero el
espectáculo que estaba dando el Levante hacía tiempo que no se veía,
incluyendo un gran Morales que deleitó una vez más a todos. Pitido del
árbitro. Descanso.
-¿Te estás divirtiendo, Irene?
-Yayo, ese Roger es muy bueno. ¡Quiero su camiseta!
-Ja, ja, ja. - esta vez era su abuelo quien entraba en plena carcajada - Más adelante. Te la regalaré para tu cumpleaños.
-¡Joooo! ¡Pero yo la quiero ahora! - Y otra vez los morritos con su irónico enfado.
La segunda parte inició su curso.
Creo que yo no había visto unos cuarenta y cinco minutos tan
placenteros, sin sufrimiento. Hasta David Rodríguez, el delantero del
Alcorcón que había estado en la última pugna por el pichichi, parecía ese
día otra persona cualquiera con dicho nombre y apellido tan común. Muñiz
premiaba con un merecido descanso a algunos de sus jugadores. Morales,
Campaña y Jason recibían una gran ovación. Pitido final y otro cálido
aplauso general al resto del equipo por su gran partido. Estaba muy satisfecho e
ilusionado con lo que había visto.
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-Foto: LaLiga.es- |
Tocaba abandonar el Ciutat de Valencia,
pero esta vez hasta solo dentro de dos semanas. Rubén, mi amigo, se
encontró con un conocido y estuvo hablando unos minutos. Al terminar y
despedirse, fuimos de vuelta hacia el coche.
-Gracias yayo. Gracias, gracias, gracias. ¡Me encanta!
-Ayy... Si es que a una granotilla tan guapa no se le puede decir que no. Ahora tendrás que llevarla en cada partido.
-Hombre, pues claro. Y esta noche dormiré con ella.
Al pasar por delante de la Tenda
Granota, allí estaban ellos. Nos habíamos reencontrado con su abuelo y
su nieta. Ella con su deseada camiseta de Roger. Y él, aprovechando la
ocasión, se había hecho con otra camiseta, de Morales. Los dos, cogidos
de la mano y con la luna saliendo al fondo, con el 9 y el 11 a la espalda, también decían hasta luego
al Ciutat de Valencia. Irene, cuyo significado es esperanza, es lo que
transmite este Levante.
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