Dame motivos para creer en un Levante de Primera División

"Todo se va terminando como un sueño que se aleja, pero el ascenso del Levante en mi corazón se queda". Palabras, mejor dicho, cántico por el que Juanfran se arrancaba en el balcón del Ayuntamiento de Valencia en junio de 2010, poniendo el broche de oro a aquella magnífica temporada del centenario. Ahora y cada vez más a menudo, me resulta imposible no remitirme a ese cántico, a ese momento y todos los que se han sucedido posteriormente.

Foto: Las Provincias
Tras años de penurias y tristezas, un club centenario como el Levante volvería a codearse entre los mejores del panorama español; esta vez parecía que para siempre. Seis años en que, no también sin mucho sufrimiento, se ha disfrutado de gloriosos partidos e incluso llegando a competir en Europa League, algo inimaginable. Ya casi con anhelo vuelvo a oír de fondo esas notas y voy asimilando que pronto habrá que volver a reconstruir todo el camino que se había realizado y que por distintos motivos va quedando destrozado.

Actualmente, hasta Juanfran, actual capitán de la plantilla, es el claro ejemplo de este deteriodo. Un buque de guerra sin comandante ni tripulación preparada. Nadie que sepa asumir el liderato y muy pocos salvo una escasa minoría que no pueden o no saben hacer frente a enemigos mayores. Y cuando se ha pretendido dotar a este escuadrón de un armamento mayor, estos refuerzos probablemente llegaron muy tarde, cuando al menos alguno de ellos debió estar desde la primera salva lanzada al aire.

Tras semanas, meses e incluso años, ese hastío granota que según que casos muchos llevaban arrastrando, parecían ver una luz de esperanza con la llegada de Rubi. Alguien que, por fin, se atrevía en la sexta temporada que se cumplía en Primera División por apostar por evolucionar futbolísticamente y no excusarse simplemente en el discurso de "con nuestros recursos, no hay para más". Sin mirar por encima del hombro ni buscar metas mayores, desde el primer momento desmontó esa clásica mentira. El fútbol es un deporte y no una ciencia con reglas escritas, por lo que cualquiera puede superar a otro. Sin embargo, bien es cierto que no es un reto fácil asumir un proyecto ya está en marcha y en donde uno no ha tenido voz ni voto inicial; sí en cambio de cara al mercado invernal. Fatídicamente, los números son los que son y Rubi no ha logrado traducir en mejores registros los de su antecesor. 

Foto: Jorge Ramírez / Levante UD
En cualquier empresa, si uno no suma, la producción se ve reducida. Y esto también está ocurriendo desde agosto en el Levante. Hay quien defiende a capa y espada que esta plantilla es la mejor de la historia del club. Permitidme que yo al menos lo dude. La calidad o los nombres no sirven de nada si estos no van acompañados de la máxima entrega y compromiso. Años atrás, se suplía estas carencias con las citadas en segundo lugar, pero esta vez no todos parecen remar hacia el mismo lugar o al menos lo hacen de forma descompasada.

Hará un par de meses, el club lanzaba una de sus características y a la vez motivadoras campañas con tal de acercarse al objetivo marcado, ahora bajo el lema de #MaiEnsRendirem. ¿Pero, de verdad, todos siguen creyendo o confiando en que tras todos los acontecimientos vistos y vividos en 24 jornadas ya disputadas de Liga va a haber un cambio tan radical? Un Levante de luces y sombras, que un día tutea al líder de la Liga y escasos días después va de brazos caídos contra el equipo más humilde de la categoría. Un Levante que va recuperando su olfato goleador, aunque de forma irregular, pero que sigue concediendo toda clase de facilidades desde su base defensiva. Esto por citar algunos de los muchos ejemplos y errores.

Y es que hasta los propios protagonistas, algunos más culpables que otros en estos factores tan determinantes o en su rendimiento particular, se limitan a mencionar que tan solo se trata de algunos desbarajustes o errores puntuales. No sé en que mundo paralelo se vive o presencia esta realidad y si es así a que esperan a rectificar dichas imperfecciones.

Sinceramente y aunque no se atrevan a decirlo abiertamente, pondría la mano en el fuego a que hay quien ya ha comenzado a perder la fe. Esta es más acentuada entre los levantinistas de a pie. Con riesgo a que me llamen cenizo, a lo que yo llamaría una realidad pesimista, me incluyo entre estos. 

Y concretamente empecé a asimilar tras la disputa del partido contra el Málaga este duro golpe que nos pueda avecinar el próximo mes de mayo. Dicha fecha, en día y horario laborable, volvió a manifestarse quienes son los que de verdad no se rinden y quieren creer, los que siempre estarán ahí. Más de 13.000 valientes no duraron en sentarse en su asiento del Ciutat de Valencia a contemplar otro bochornoso espectáculo, otro más, de un equipo sin alma ni garra. Pasan los meses y todo sigue exactamente igual que estaba, incluso más distantes de la salvación.

Quizás, en el tiempo que resta, vuelva a obrarse otro gran milagro que sorprenda a todo el mundo del fútbol e incluso futbolistas que no han demostrado aún nada junten sus fuerzas por el bien común de este sentimiento. Yo permanezco y permaneceré agnóstico respecto a una sexta permanencia, la cual deseo con toda mi alma que llegara, pero buscando a alguien que sepa darme motivos para creer en un Levante de Primera División.

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