Levante UD 2014-15: Del sufrimiento a la salvación

Sufrimiento y satisfacción. Son los adjetivos y sensaciones que describen las dos caras de la moneda que la totalidad de los aficionados levantinistas han vivido durante esta temporada 2014/15. Desde un comienzo negativo y con dudas se pasó a una dinámica más positiva y con mayor claridad tras el cambio de entrenador.

Foto: Jorge Ramírez / Levante UD
La marcha de Joaquín Caparrós al inicio del verano pasado truncó los planes de la dirección deportiva. El de Utrera dejaba plantado al Levante con malos modos y polémica y también tras haber estado cuestionado por distintos sectores del levantinismo. Su lugar en el banquillo lo ocuparía inicalmente Mendilibar, con también amplia experiencia en la máxima categoría. 

El mercado de fichajes fue movido, aunque con menos cambios que otras temporadas. La llegada de Rafael Martins y la vuelta de canteranos como Morales e Iván López ya para formar parte del primer equipo depositaron las mayores espectativas. Sin embargo y a excepción del segundo caso, más errores que aciertos cabe destacar en este proyecto de Manolo Salvador y Quico Catalán, aunque con notas positivas como Toño y especialmente con las incorporaciones y salidas del mercado invernal, vitales para mejorar el rendimiento y aportaciones del equipo.

Tras una pretemporada irregular en tierras holandesas con el consecuente y novedoso cambio de sistema respecto a años anteriores, la Liga arrancaba de muy mala manera. Hasta la quinta jornada no se conoció la victoria, siendo esta a domicilio en el estadio del Granada gracias al tanto de Rubén García y tras haber encajado previamente diez goles y siendo este el primero a favor. Este aspecto, el de la dificultad para fabricar goles y conceder muchas facilidades defensivas marcó especialmente la era Mendilibar. Su destitución iba a llegar en la jornada ocho, sin volver a sumar los tres puntos, ser un equipo débil como local, dejando escapar una victoria en Éibar y volviendo a recibir cinco tantos contra el Real Madrid.

Foto: Alberto Iranzo / As
Lucas Alcaraz fue el nombre escogido para intentar salvar la situación a través de su modelo más clásico y defensivo, cogiendo al Levante como colista de la clasificación y con únicamente cinco puntos. Sin tiempo para llevar a cabo sus planes y cambios debutaba con derrota en Balaidos, pero las siguientes tres jornadas se saldaron con un balance de siete puntos, a destacar el empate a uno en el Sánchez Pizjuán y el triunfo por dos a uno en el primer derbi valenciano con goles de Casadesús y Morales.

El Levante tomaba un poco de aire fresco, pero todavía quedaba mucho trabajo y jornadas por delante. Mientras con serios apuros y gracias al valor de los goles a domicilio se superaba la primera eliminatoria de Copa contra el Albacete, en Liga se bajaba un pistón aunque sumando poco a poco. Hasta la jornada 22 no se volvería a repetir una victoria granota, con un total cuatro empates y cinco derrotas que volvía a precipitar al plantel a la zona crítica. Los peores temores y las críticas volvían a aparecer por Orriols.

Una espectacular pero a la vez tardía remontada contra el Málaga dejaba al Levante fuera de competición copera, centrándose únicamente en el objetivo de la salvación. Precisamente el equipo boquerón hizo volver a sumar de tres en tres, con el inicio espectacular de un segundo tramo liguero de Barral. Mientras a domicilio seguían los malos resultados, en casa se salvaban los muebles contra el Granada y Éibar, de nuevo al resolver un marcador adverso. Importante era y fueron sacar adelante estos duelos contra rivales directos por la permanencia.

Foto: Jorge Ramírez / Levante UD
Se llegaba a los últimos diez partidos de Liga y el club, afición y futbolistas se movilizaron en la campaña de "La Unión es la Salvación", la cual tan buenos recuerdos traía de cuatro años atrás. Con un desplazamiento masivo a Almería, el Levante protagonizaba una victoria memorable por uno a cuatro, de nuevo con Barral como héroe al firmar un hat-trick. Este resultado ponía tierra de por medio respecto al descenso, aunque contra Sevilla, Valencia y Espanyol solo se pudo saldar los enfrentamientos con un punto en total.

Los últimos días de abril dejaron casi sellada la permanencia. Otro viaje a Getafe y la cabeza de Casadesús hacían desatar la locura entre los granotas, mientras que días más tarde también se vencía por la mínima al Córdoba en el Ciutat de Valencia. A pesar de caer goleados en Anoeta y no confirmar los tres puntos tras adelantarse por dos veces contra el Atlético de Madrid, sería en Riazor cuando matemáticamente el Levante cosechaba la ansiada permanencia. La derrota no evitó que, gracias a los tropiezos de los rivales de abajo, el decano de la Comunidad Valenciana pueda seguir soñando en lo más alto del fútbol español.

La temporada ponía su punto y final en el feudo levantinista, con un ambiente festivo y de tranqulidad por lograr el objetivo y con un partido intrascendente contra el Elche que se saldaba sin goles. Hacía tiempo que el Levante y su público no sufrían tanto, pero es uno de sus pilares históricos. Pasando página y sin tiempo que perder, toca aprender de los múltiples errores cometidos colectivamente e individualmente en las distintas parcelas del club y replantear el próximo proyecto.

Pese a quien le pese y tras reponerse de todas las adversidades posibles y por haber, el Levante seguirá en primera división. Porque ser del Levante no es fácil, pero es lo mejor.



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