Sin goles no hay paraíso

El Levante UD rubricó un nuevo tropiezo en su camino, tercero de manera consecutiva, en el encuentro que en la matinal de hoy domingo le enfrentó al Athletic Club en el Estadio Ciutat de València. Nueve, además, son las jornadas ya sin conocer la victoria, desde aquel memorable triunfo ante el Valencia CF por la mínima. Morales, protagonista aquella mágica noche, se erigió como una de las pocas notas positivas de un encuentro que los visitantes supieron afrontar con un aplomo del que no habían hecho gala semanas atrás.

-Fotografía: Luis Ángel Gómez-
Aduriz, autor de los dos tantos rojiblancos, se reafirmó como la peor pesadilla de una mermada zaga azulgrana, hoy completamente novedosa. Con Morales de lateral (insisto, soberbio) y Vyntra, El Adoua y Juanfran completando la línea de retaguardia, el equipo sufrió en las pocas acciones de peligro que generaron los pupilos de Valverde, siempre guiadas por un Aritz sobresaliente.

Por parte del Levante, Simao formó como pareja en la medular con Camarasa. El mozambiqueño, excelente en ciertas lides, se sobrerrevolucionó en exceso, hasta el punto de obligar a Alcaraz a dar entrada a Diop, recién aterrizado después de participar en la CAN 2015, en su lugar en el tiempo de descanso. 

Con Barral y Víctor desaparecidos, Xumetra y Morales se convirtieron en las más firmes bazas ofensivas del equipo. Sus penetraciones por el flanco diestro, aprovechando el escaso recorrido físico de Muniaín, pusieron en aprietos en más de una ocasión a Gorka. Valverde, inteligente como pocos, solventó el problema en el descanso y, con la entrada de Susaeta, anuló absolutamente cualquier aportación en ataque de los hombres más explosivos de los locales.

Con el primer gol de Aduriz se estrenó la segunda mitad. El ariete, fiable como pocos, aprovechó un balón en la frontal del área para, ante la pasividad de la línea defensiva, batir sin problemas a Mariño. Ramis, desde el banquillo, pareció intuir que en pocos días se adueñará de una de las plazas como central. 

Con todo, llegó el momento de Kalu Uche. El nigeriano, pese a no estar en la mejor de las condiciones, disputó sus primeros minutos como azulgrana con el 5 a la espalda. Y, la verdad, no desentonó en absoluto con unos compañeros a quienes apenas conoce una semana. Sin embargo, el problema va más allá. El equipo apenas generó una ocasión clara en la segunda mitad (cómo no entró el disparo de Rubén, debió pensar todo el graderío) y, fruto de esa desesperación y ese estado de descomposición que describió Lucas en sala de prensa, Aritz puso la puntilla definitiva a un choque que permite a los bilbaínos coger aire y que ancla un poco más al Levante a los puestos de descenso. El Málaga será más que una final...



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