Valverde somete a un lánguido Levante


El Levante UD sumó una nueva derrota como local, y ya van tres consecutivas, tras las sufridas ante Betis y Celta en los anteriores compromisos disputados en Orriols. Con un ambiente frío y lúgubre y una grada despoblada y entumecida, los rojiblancos aprovecharon una gran primera mitad para encarrilar un triunfo que, pese a los irregulares y discontinuos impulsos finales, gol incluido, no vieron peligrar en ningún momento.

Foto: Superdeporte
Los minutos iniciales fueron un claro preludio de lo que acontecería durante las dos horas posteriores. Un derroche de intensidad común traducido en continuas y numerosas faltas. Tras un tímido acercamiento azulgrana finalizado con un inocente testarazo de Xumetra dio comienzo el recital bilbaíno. Exquisitos en la conducción y aprovechando el juego por bandas, los pupilos de Ernesto Valverde gozaron de una inmejorable ocasión, en forma de pena máxima, a los diez minutos de juego. Juanfran pecó de novato y derribó de manera inocente a un inteligente Íker Muniain. 

Sin embargo, y ante la continua presión de una hinchada convencida, el disparo de San José se marchó desviado a la izquierda del marco defendido por Keylor Navas. Apenas hubo, sin embargo, tiempo para la celebración. Aduriz conectó un disparo inofensivo después del centro de Susaeta y que, tras golpear de manera desafortunada en Simao Mate, acabó en gol. 

El dominio visitante se hizo más patente si cabe con el paso del tiempo. Entre tanto, Víctor Casadesús ejecutó una terrible entrada sobre Mikel Rico que supuso la retirada obligada del centrocampista del césped con un fuerte esguince en su tobillo derecho. El control absoluto tejido por Valverde se materializó instantes antes del tiempo de descanso. Aduriz, soberbio nuevamente, conectó un brillante golpeo con la testa que supuso el segundo tanto de los vascos. 

Charla intensa, por ser eufemístico y correcto, de Caparrós en el vestuario y los pertinentes cambios. Entraron Pedro López y Sérgio en detrimento de Diop y Vyntra y el equipo empezó a recuperar el crédito perdido en los primero cuarenta y cinco minutos. Sin embargo, no fue suficiente para ejecutar una remontada que en todo instante se antojó imposible. 

El tanto de Rubén, con la colaboración de San José en el rechace, insufló una dosis de aire renovado que, sin embargo, de nada sirvió. La expulsión de Barral (discutible en palabras del jugador) una vez finalizado el partido reflejó a la perfección el sentir de impotencia de un equipo que, tras estas tres derrotas consecutivas como local, parece despedirse definitivamente del sueño europeo.


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