David Navarro: corazón de león

-Fotografía: Zimbio-
David Navarro firmó hace escasos días su renovación con el Levante UD hasta el mes de junio de 2016. Una noticia más que positiva a todos los niveles, pero especialmente en el plano deportivo, conservando en la plantilla a uno de los zagueros con más empaque de la competición. David eleva el espíritu de sus compañeros al máximo exponente y se ha convertido en una auténtica referencia para el vestuario y para la afición en los casi dos años que lleva enfundado en su corazón el centenario escudo del Levante.

Natural del Puerto de Sagunto (Valencia), el portentoso central comenzó a forjar su carácter y tesón en el Acero, el equipo de su pueblo. Los Altos Hornos del Fornàs dibujaron la cuna mediterránea de la metalurgia en el siglo XX. La crisis siempre ha sobrevolado esta noble actividad en la región saguntina desde prácticamente su construcción en el inicio de la década de los setenta. En 1984, su actividad cesó para siempre, pero el espíritu de los trabajadores y los artesanos del metal siempre quedará marcado como fuente de inspiración y de motivación para quienes desean engrandecer con trabajo y coraje su leyenda.

Por aquel entonces, David apenas tenía cuatro años. Su talento, su crecimiento y valentía le llevaron a formar parte de las categorías inferiores del Valencia CF. Tras debutar a finales de 2001 en un partido ante el Celta de Vigo de la mano del recién llegado Rafa Benítez, el bisoño central convivió con la alternancia entre filial y primer equipo hasta que, en el mes de junio de 2003, se le asignó una ficha profesional en la primera plantilla. Vivió un curso memorable, logrando el doblete con la escuadra blanquinegra y sintiéndose protagonista dentro del papel rotacional que el míster madrileño instauró en su escuadra. 

-Fotografía: La Liga Fútbol-
Sin embargo, la llegada de Ranieri y Quique Sánchez Flores en los años venideros no fueron el adecuado estímulo para un futbolista que perdió el rumbo deportivo que tanto necesitaba y se convirtió en, injustamente o no, protagonista por sus incidentes extracurriculares. Su affaire con Nicolás Burdisso pesaría como losa eterna en su historial. Seis meses de castigo profesional y la condena a un ostracismo profundo del que parecía difícil recuperarse. Dos cesiones consecutivas al Mallorca, donde cuajó actuaciones soberbias, le sirvieron para recuperar la sonrisa y convencer a Unai Emery de su validez.

El míster vasco decidió apostar por David. Dos razones avalaban su vuelta: en primer lugar, su excepcional rendimiento en tierras baleares; pero, además, nadie debe olvidar la dura tesitura económica que atravesaba (y atraviesa) el Valencia después del fatídico lustro de falsa bondad mercantil. Un zaguero de garantías a coste cero era una oportunidad única que no podía dejarse escapar. Su vuelta a Valencia le asentó en la titularidad junto a otro valenciano, Ángel Dealbert, en una de las mejores campañas de Emery al frente de la nave ché.

-Fotografía: News Fútbol-
Algunas desavenencias con el cuerpo técnico, con la directiva y la pérdida de confianza entre las partes propiciaron su salida del club en el mes de junio de 2011. Navarro optó por embarcarse en una atrevida y ambiciosa aventura en Suiza. El Neuchatel Xamax apostó por el producto español para armar un bloque serio que aspirase a todo en el país helvético y le diera ese salto de calidad que le permitiese pelear de tú a tú con el Basilea. No obstante, las excentricidades del propietario del club acabaron por sumir en la desidia al proyecto y provocar la desbandada de todos sus baluartes.

Fue ahí cuando apareció Manolo Salvador, junto a su equipo de trabajo, para ofrecerle al porteño la posibilidad de recalar en las filas del Levante, aprovechando la marcha de Nano al fútbol chino. Fue dicho y hecho. David firmó un inicio de alternancia para pronto hacerse con un puesto fijo en el centro de la defensa junto a Sergio Ballesteros. Su periplo en la entidad azulgrana solo puede calificarse como impecable y sobresaliente, demostrando su compromiso con el equipo, su deseo de crecer y haciendo olvidar su pasado valencianista con sinceridad y seriedad.

Un central contudente, ambicioso, elegante y ordenado. Implacable en el juego aéreo, dominante en la táctica y con unos galones difíciles de cuestionar a sus ya treinta y tres años. Sueña con la Copa del Rey, pero reposa en una realidad también más que ilusionante: hacer crecer al Levante y consolidarlo entre una élite de privilegiados.


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