El Levante no despierta de su particular siesta

-Foto: MARCA.com-
Un partido más, y los mismos síntomas de desidia y desesperación en el equipo. Un conjunto que deambula a día de hoy por tierra de nadie, que deja su alma vagar por el campo y que transmite una preocupante falta de intensidad y acierto. La casta y el orgullo que tanto han caracterizado a este equipo se han diluido por completo y es el momento de que el míster tome las riendas del grupo y lo redirija hacia el camino del éxito. 

La velada se prensentaba poco apacible, más propia de una tarde de febrero. El frío y la lluvia permitió al centenar de aficionados vigueses presentes en el Ciutat de València sentirse como en casa. Ni siquiera el incentivo de regalar una entrada extra a los abonados fue capaz de nutrir un graderío algo más despoblado de lo habitual. 

La primera parte fue plana y aburrida. Un terreno de juego rápido a causa de las precipitaciones registradas en las últimas horas en Valencia, que propiciaba las imprecisiones de los veintidós contendientes y algún serio resbalón que por suerte para los intereses propios no se tradujo en nada relevante. Entre tanto, apareció un destello fugaz del danés Krohn-Delhi, quien conectó un preciso centro al segundo palo desde el perfil izquierdo que el argentino Augusto Fernández cabeceó libre de marca de manera soberbia. De ahí hasta el tiempo de descanso, únicamente se puede reseñar la fea acción entre David Navarro y Iago Aspas que acabó con el pómulo del gallego seriamente herido. Cosas así sobran, sinceramente. Muñiz decidió únicamente amonestar al central valenciano.

El paso por vestuarios sirvió para que Juan Ignacio corrigiera los errores de partida. Dio entrada a Simao Mate en lugar de Míchel y a Roger en detrimento de Rubén. El setabense no estuvo nada acertado y su actuación distó mucho de las exhibiciones a las que nos tiene habituados. Los cambios definieron un esquema con dos puntas, con Barkero en banda izquierda y con Iborra descolgado en el doble pivote gracias a las coberturas del mozambiqueño. 

Tras diez minutos en los que el conjunto local parecía no encontrar el rumbo, pero en los que sí rondaba con algo de peligro los dominios de Varas, llegaría otra acción polémica, y que nuevamente no admite discusión. El colegiado señaló pena máxima de Jony sobre Acquafresca en un lance inexistente. Barkero, un seguro de vida desde los once metros, no fue capaz de aprovecharla y envió el esférico directamente fuera.

El destino parecía indicar que no era la tarde para recuperar la sonrisa, y más aún cuando Roger marró a bocajarro, tras un saque de esquina, la ocasión más clara del encuentro. El Celta consigue tres puntos vitales en su lucha por la permanencia, mientras que el Levante sigue sumido en una espiral negativa que parece no tener fin. Nadie sabe donde está el problema, pero todos queremos luchar por la solución. 


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