Pero qué buenos que son...

Cuando tanto talento se junta y se asocia de la manera que lo hacen estos chicos, únicamente puedes recurrir a tu solidez, al acierto y a la ayuda divina de los astros para superarles. Pero si después de una primera parte más que notable, llega Messi y marca con suma facilidad, como si de un videojuego se tratase, dos goles de bella factura, apaga y vámonos. Luego llegan Iniesta (qué partido del manchego) y Fàbregas y terminan de pasearse ante el asombro de un graderío encandilado a momentos de pura magia, de puro fútbol.

Porque hoy era un partido díficil, y eso lo sabía hasta el más perdido de los veinticuatro mil espectadores que abarrotaron un Ciutat de València lleno hasta la bandera. Sin embargo, los chicos de JIM salieron con la intención de torpedear el estratosférico inicio liguero del Fútbol Club Barcelona. A lo suyo, exprimiéndose en labores defensivas y buscando la velocidad de los tres hombres de arriba (especialmente de Martins). Tito también era consciente de la valía del encuentro, de la importancia de tres puntos que pueden ser una losa insalvable en la pelea por el campeonato. Por eso, dispuso de un once de gala que hasta la fecha, ya fuera por lesiones o sanciones, se había mostrado inédito.

-Fotografía: Qué.es-
El dominio del esférico fue total y absoluto de los culés, quienes pronto se vieron sorprendidos por la lesión de Dani Alves. El brasileño, que cada día se parece menos a ese lateral que encandiló al mundo entero y que se diluye semana a semana, dejó su puesto a Martín Montoya. Precisamente, la profundidad por banda de los laterales visitantes (hay que recalcar el excelente estado de forma de Jordi Alba) y el recurso del lanzamiento a media distancia fueron las armas más poderosas de un conjunto que no encontraba huecos ni fisuras en la zaga local.

El Levante, por su parte, gozó de dos claras oportunidades mediado el primer acto. Un soberbio lanzamiento de Barkero fue repelido a saque de esquina por Víctor Valdés. Instantes después, y también desde el córner, Martins cabeceó a puerta vacía para desquicio de la hinchada local. 

El tiempo de descanso revolucionó por completo el choque. Las pequeñas faltas de concentración e intensidad fueron pagadas duramente. Primero Messi sorteó con una exquisita vaselina (marca de la casa) la salida de Gustavo Munúa en un mano a mano. Seguidamente, de nuevo el argentino culminaba una antológica acción de Andrés Iniesta, quien volvió loco al alemán Lell durante los segundos cuarenta y cinco minutos.

El fútbol del Barcelona no solamente se había impuesto, sino que anestesió por completo a los levantinos, exhaustos detrás del balón acción tras acción. Así, Iniesta y Cesc culminaron en acciones asociativas respectivas entre ambos una goleada quizá algo exagerada para lo visto sobre el césped, pero que sin duda muestra una vez más el poderío y el talento de algunos hombres por quienes, todo sea dicho, vale la pena pagar una entrada. Iniesta, Cesc, Messi y Xavi son magia y, probablemente, iconos del fútbol moderno e hitos históricos por lo que representan. El aplauso general de la afición al 6 culé así lo muestra.

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