José Javier Barkero: El talento al servicio del equipo

Se ha hecho con un sitio rápidamente en el esquema de Juan Ignacio Martínez, y de momento está siendo, sin duda, uno de los refuerzos más destacados y fundamentales del equipo. Hoy en El Perfil le dedicaremos un espacio al análisis de la trayectoria y las aptitudes del talentoso media punta vasco José Javier Barkero Saludes.

Nacido en en Aratxabaleta, municipio guipuzcoano, el 27 de abril de 1979, Barkero se formó en las categorías inferiores del equipo de su ciudad natal, la Real Sociedad. A los 17 años se estrenó con el filial donostiarra, dando el salto al primer equipo con 20 años, en el verano de 1999. Ese mismo año participó en el Mundial Sub-20 de Nigeria, junto a otros ilustres jugadores, como Íker Casillas o Xavi Hernández, y en el que la selección española en la que militaba se proclamó campeona.

Después de una una primera temporada en la que no contó con demasiado protagonismo, los txuri urdines acordaron dos cesiones consecutivas, una de ellas al Toulouse francés, y la segunda al Éibar, donde terminó de formarse para recalar de manera definitiva en la primera plantilla de la Real. Sin embargo, después de cuatro temporadas, parecía que Barkero no terminaba de convertirse y de fraguar ese gran proyecto de jugador que se concebía de él en los inicios de su carrera. Probó suerte durante dos años en el Albacete, y en 2008, a sus ya 29 años, firmó con el Numancia, para tratar de liderar a los sorianos en su proyecto en la máxima categoría. No fue un buen año para el equipo, pero significó el despegue del media punta vasco. Se convirtió en imprescindible, y brilló con luz propia en el equipo con grandes actuaciones y verdaderas demostraciones de una calidad propia de un jugador especial. Logró hasta doce tantos esa temporada, convirtiéndose en el máximo anotador del plantel.

A pesar de haber descendido, y de plasmar sobre el verde un nivel de Primera División, Barkero se mantuvo fiel al Numancia durante dos temporadas más, tratando de ayudar al equipo a retomar la categoría perdida, algo que no fue posible. No obstante, volvió a demostrar la suficiencia con la que se desenvolvía en los campos de una división que no era, ni es la que le corresponde.

Tras un verano en el que no le faltaron novias en Primera (el Athletic de Bilbao insistió mucho en su contratación), Barkero decidió comprometerse con el Levante, llegando con la carta de libertad bajo el brazo y con el deseo de tratar así de aportar su granito de arena en el objetivo básico y esencial de la salvación, compartiendo ese espíritu y esos valores de sacrificio y esfuerzo tan propios de este club. De momento, los resultados están siendo muy satisfactorios. Es un pieza clave, y su rendimiento hasta la fecha es sobresaliente.

Una vez hemos hablado sobre su trayectoria profesional, y pese a ya conocerle bastante bien tras estos primeros meses en la disciplina, muchos aficionados quieren saber un poco más acerca del perfil meramente futbolístico de Barkero. Tiene un talento descomunal, una polivalencia por toda la segunda línea de ataque muy del agrado de todos sus entrenadores, y un disparo que realmente asusta a los rivales. Quizá sea de los mejores jugadores del panorama nacional a balón parado, y no es una exageración. Es capaz de maravillar con su zurda, golpea con fuerza y con precisión, envía centros medidos y es capaz de resolver un partido con acciones mágicas, dignas de un genio.

Pero el vasco no es solamente talento y clase. Además es trabajador, aguerrido, no da un balón por perdido. Y quizá una de sus mayores virtudes sea su inteligencia sobre el pasto. Es capaz de concebir todo lo que ocurre a su alrededor, y de tomar casi siempre la decisión más apropiada de acuerdo con la situación del juego. No es un jugador veloz, ni un portento físico, pero es ese tipo de jugadores por los que uno agradece pagar la entrada a un campo de fútbol.


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