En una de las etapas recientes de más problemas económicos e institucionales, por el Levante UD pasaron futbolistas que salvaron el honor deportivamente. Durante la temporada 2008-09, Rubén Sánchez fue uno de los jugadores que irrumpió en el tramo final de la temporada, dejando ver gran potencial. Sin embargo, su estancia en Orriols apenas duró escasos meses.
- Rubén Sánchez futbolista del Levante UD (@Archivo LUD)- |
En esta nueva edición de 'El baúl granota', el protagonismo es para una personalidad que no deja indiferente. El polivalente futbolista madrileño firmó con la entidad granota a finales de enero de 2009. Lo hizo con ficha del filial y su buen hacer le llevó a debutar a finales de febrero. Rubén Sánchez finalmente disputó cinco partidos oficiales y marcó un gol con el Levante, en el encuentro contra el Elche.
Sus actuaciones como delantero no pasaron desapercibidas y el por entonces entrenador Luis García Plaza quería contar con él para la campaña del centenario. Pese a ello, Rubén Sánchez decidió cambiar el Levante por el Ontinyent CF, de 2ª División B. A pesar de entrar en dinámica del primer equipo, a sus 21 años valoró que era momento de iniciar otra etapa. Una decisión errónea, tal y como admitía directamente el atacante.
En su reciente participación en el podcast Offsiders, del que fue protagonista, el futbolista declaró: "Vino un representante que me ofrecía más pasta y otras condiciones y no vi el largo plazo. Vi el corto, porque era lo que estaba viviendo. Y dije: voy a por dinero. Ese fue mi error". De la misma manera, Rubén Sánchez trasladaba abiertamente la voluntad del técnico granota de darle continuidad en el primer equipo, aunque "tenía que centrar la cabeza".
Durante su intervención en Offsiders, Rubén Sánchez también hizo mención a distintas anécdotas relacionadas con su pasado granota. Entre ellas, la de los primeros entrenamientos en el primer equipo, donde vomitó por llegar directamente de una fiesta, achacándolo el jugador a los propios nervios. También la buena relación que tuvo con Francisco Molinero, el aprendizaje que experimentó con Vicente Iborra y el golpe que recibió de Ballesteros después de atreverse a hacerle un caño.
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