La edad en los futbolistas pesa, es un hecho. Más todavía si hablamos de aquellos que dependen de la velocidad y el desborde a la hora de brillar en el campo. A sus 33 primaveras, Morales parecía ser ese claro ejemplo de jugador que poco a poco pierde electricidad hasta el punto de tener que dar paso a sangre fresca. Sin embargo, El Comandante no ha dicho su última palabra.
- Morales celebra uno de sus goles en el derbi (Levante UD) - |
Sin duda una de las mejores noticias que puede recibir el levantinismo y el propio José Luis. Él necesitaba más que nadie reencontrarse con su mejor versión, un líder no puede liderar con la cabeza agachada. Se hablaba mucho de que el factor psicológico pudo ser determinante en su anterior bajón de rendimiento, sintiéndose impotente con el paso de la jornadas y tocando banquillo como nunca antes lo había hecho con la elástica granota. La pasada campaña, con un total de nueve suplencias, fue en la que más veces quedó fuera del once titular estando disponible. Registró también sus peores cifras goleadoras en Primera División desde su año de debut en la categoría entre 2014 y 2015.
Ahora, enchufado desde el minuto uno y nuevamente valorado al alza tanto por su propia afición como por las del resto de equipos de la liga, está en posición perfecta para crecerse y sentirse el talismán de la plantilla. En Mestalla y El Sadar brilló como brillaba el Morales de antes, ese que se ganó a pulso el renombre de "El Messi de los pobres". Y qué bien le queda. Lo único que falta por ver es si aguanta este ritmo con regularidad. Si es así, el Levante puede apuntar muy alto.
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